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ROBERTO RODET VILLA

“Mis cuadros son los que me definen, ellos tienen el diálogo.”

Roberto Rodet

El sonido que nos anuncia la hora de nuestra cita, invade todos los rincones de la plaza de San Severino. Son las diez de la mañana y una melodía eleva nuestra mirada, hacia la torre de uno de nuestros monumentos  más insignes. Al bajar la vista, nuestras dos protagonistas aparecen en lo alto de la plaza. Al fondo los arcos del ayuntamiento mientras  sus siluetas se agrandan, apresuradas. Se detienen. Gesticulan. Continúan su camino hacia la puerta del número 8. Una fuerza las atrae hacia allí. Hablamos de tomar un café -Si te parece, dejamos el café para otro día, mejor subimos al estudio. Roberto se encuentra allí, entre sus cuadros y libros.- Ascendemos por  las escaleras y tenemos la impresión de acompañar a dos submarinistas, en su regreso a la superficie en busca de oxígeno.

Traspasada la puerta, todo cambia. La expresión de sus ojos, la relajación en sus cuerpos -¡Ya hemos llegado!- Entonces comienza un espectáculo, hecho con tanta delicadeza como la apertura del telón en una obra de teatro. Las persianas se abren y nos regalan la luz, los cuadros, el río; el escritorio donde las letras llegaron a agolparse hasta crear nueve libros inéditos… Y entre todo ese remanso de sensaciones, surge una paz de tal belleza, que sentimos de nuevo la salida del sol al amanecer. Cualquier rincón del estudio, es lo suficientemente  especial, como para comenzar la charla… Entre libros y paneles informativos, repasamos la trayectoria de Roberto Rodet Villa.

Roberto, nace en Balmaseda en 1915. Entre 1929 y 1934 estudia en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao. Consigue el Primer Premio de Pintura en 1931, en 1933 gana el Tercer Premio de Pintura en el Certamen Provincial de Trabajo de Barakaldo y obtiene Mención Especial en 1934. En 1941 logra Diploma de Honor en el Primer Certamen de Artistas Nuevos y Medalla de Plata en la Exposición Nacional de Arte de Madrid en 1942. Entre  1952 y 1970  desarrolla su etapa muralista.

Pintor representativo de la II Generación Vasca. Creó una estética propia que provenía del postimpresionismo de Cezanne, y la clasicidad moderna vasca de Arteta y Aranoa.

Busco el color en su esencia. El mate prima en mí, el desnudamiento, la síntesis. Mi afán es sustancializar el color dentro de una arquitectura.”      

 Roberto Rodet  

Desde niño colaboró y posteriormente dirigió el Vía Crucis viviente de Balmaseda. Concursó para director de cine, quedando finalista en la promoción de Berlanga y Bardem. En 1970 ingresa en la junta rectora del Museo de Bellas Artes de Bilbao, en donde permanecerá hasta 1982, iniciando la nueva catalogación de las obras del patrimonio histórico-artístico  del Museo y de la Diputación Foral de Bizkaia.

Conferenciante, miembro de jurado, asesor artístico, poeta, muralista, restaurador y pintor con mayúsculas…

Hace apenas unos meses, sus hijas Ana Luisa y Cristina, reabrieron este estudio situado en la plaza San Severino y fuimos muchas las personas que por curiosidad, admiración o simplemente distracción… Acudimos a la llamada y comenzamos a  descubrir una obra de incalculable valor, que nos trasladó a la persona... Persona, a la cual hemos podido vislumbrar, gracias a la poderosa fuerza de sus más grandes admiradoras. El tiempo a su lado, vuela entre conversaciones amigas que desbordan sinceridad, admiración, emoción… Conversaciones que trascienden mucho más allá de las palabras, los gestos, las miradas…

La verdad es que este estudio es precioso…

Este estudio es el fruto de mucho esfuerzo y dedicación. Tuvimos que pedir un crédito para comprarlo. Hemos conseguido mantenerlo tal y como nuestro padre lo dejó… Y la aceptación que ha tenido ha sido tan importante para nosotras, que se olvidan todas las dificultades.

¿Qué es lo que el visitante se encuentra al traspasar la puerta?

Como te decimos, todo está tal y como él lo dejó en 1989.  Su estudio habla por sí solo… El río, la luz, sus cuadros, sus restauraciones, la mesa donde escribía, su paleta… ¡Es todo tan real!

Yo añadiría más… Yo me atrevería a decir que a día de hoy es posible encontrarse al propio Roberto en este increíble paisaje… Y no es sólo  porque su obra sea inmortal, sino porque la visita viene acompañada por el  suave hablar apasionado de vosotras dos…

Consideramos, que este estudio es un legado que nuestro padre ha dejado, no sólo a nosotras como hijas, también a Balmaseda, su querida Villa. Hay gente que nos pregunta, por su trayectoria artística, intereses literarios,  su relación con Mari Dapena y otros artistas, por su dedicación al Vía Crucis…

Entonces comencemos por los orígenes. En aquellos tiempos, con las dificultades de acceso a la cultura y al arte que había ¿Cómo creéis que el arte llamó a las puertas de vuestro padre?

Cada uno nace de una manera y nuestro padre nació artista. Él se definía así: “Soy artista de nacimiento. Nací así y creo que así moriré sin remedio.” Él nos decía: “Con cinco o seis años me regalaron unas pinturas, y desde entonces ya no me vi sin ellas entre las manos”.

La verdad es que era muy buen estudiante. Hemos encontrado notas suyas  y tenía muy buenas calificaciones. Así que teniendo una gran habilidad en la pintura y siendo un estudiante brillante, con catorce años su padre le animó a entrar en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao. Allí comenzó su formación artística (1929-1934), siendo sus maestros Ángel Larroque y Federico Saénz.

Cristina detiene la conversación y con los ojos brillantes susurra: –Los artistas son seres especiales. Él era un hombre de emociones. Y esa es la esencia del artista… Emocionarse y comunicar esa emoción-

Ana completa la admiración –Pero no sólo en el plano artístico, también en el plano humano. En el día a día era una persona que se emocionaba y sentía interés por todo.-

Me atrae lo sencillo, lo sincero, la esencia de lo que produce emoción”.      

Roberto Rodet

Viendo su trayectoria artística, uno tiene la impresión de que aún Balmaseda no ha dimensionado bien la magnitud del “Roberto Rodet artista”

No se sabe por qué, pero a veces, el ser humano no valora lo que tiene cerca… Hay que reconocer, que él siempre se alejó del protagonismo. Nunca le gustó destacar. Era demasiado fiel a sí mismo.

“Sí, es difícil triunfar, cuando se es honradamente artista y netamente artista.”

Roberto Rodet

En ocasiones se ha llegado a insinuar, que en aquellos tiempos solo los ricos podían acceder al arte  (formación, material…)

En su familia se vivió unas veces mejor y otras peor… No creemos que tenga nada que ver. La clave es el talento y nuestro padre lo tenía. No porque lo digamos nosotras, sino porque lo dicen los críticos y su obra.

También ha habido gente que vinculaba su trayectoria artística con su   época en la alcaldía de Balmaseda…

La verdad es que, Rodet Villa formaba ya parte del arte vizcaíno, incluso antes de que estallara la guerra. Fue un artista precoz, que con dieciséis años consiguió Primer Premio de Pintura, siendo elegido para exponer por primera vez en la II Exposición de Artistas Vascos en 1932, junto con los maestros Aranoa, Hnos. Arrue, Maeztu, Menchu Gal… hasta 1935. En tiempos de la República, debido a su fama de buen retratista, con 19 años recibió su primer encargo, realizar el retrato de Juan Gallano Begoetxea, Presidente de la Diputación de Bizkaia, durante la II República.

Al final los datos ponen las cosas en su sitio.

Lo cierto es que los premios y su patrimonio artístico, avalan una temprana incursión entre el elenco de artistas sobresalientes de la época. Se dice que incluso llegó a compartir tertulia con Unamuno…

Sí es cierto. Imagínate en aquella época, bajar a Bilbao a estudiar, siendo un niño… Mientras esperaba el tren se refugiaba en el café “La Concordia”, lugar donde se reunían Blas de Otero, Unamuno… Y cómo hablaría el joven Roberto, para que Unamuno le guardara una silla en el grupo… dirigiéndose a él cariñosamente, como el chaval de Balmaseda.

Debía de ser un gran tertuliano para poder ser aceptado.

Nuestro padre pasaba horas leyendo y estudiando, sabía estar en todos los lugares, y con todo tipo de gente. Fue un hombre, que desde niño, podía hablar de cualquier tema. Y esta, no era una cuestión de clase social. Él pasaba muchísimo tiempo en las bibliotecas. Recuerdo una vez que nos acompañó a la Biblioteca de la Diputación a hacer un trabajo, y cuando él se marchó, el bibliotecario nos dijo sonriendo: “Hubo temporadas que vuestro padre parecía que vivía aquí, entre todos estos libros y estanterías. Hasta pensamos ponerle una cama turca, para que no perdiese el tiempo yendo y viniendo...”

Se dice que tenía muy buenas relaciones con personas de la alta sociedad, pero también con los más humildes.

Nuestro Padre se juntaba con todo tipo de personas, decía que se aprende mucho hablando con la gente. Por ejemplo, el Marqués de Buniel cuando venía a Balmaseda, le llamaba para conversar, jugar al ajedrez, al billar,  e incluso le regaló una raqueta de tenis. Otras veces, nuestro padre invitaba al Pepillo (padre) a tomar un vino y charlaba con él. Recordamos que nos contaba, que a ese hombre casi sin cultura se le ocurrían unas metáforas y tenía unos dichos, con los que siempre daba en el clavo. Un día nos contó que le había dicho: “Rodé tenga cuidao con ese, porque tiene un carácter más retorcio que un pedazo cuerda guardao en un borsillo”.

Continuamos inmersos en nuestra amena charla y nuestros ojos se escapan hacia los cuadros colgados en la pared, amontonados tal y como quedaron tras su repentina despedida. Sin duda, nos encontramos ante un grandísimo legado.

La celebración del centenario de su nacimiento, ha sido una ocasión inmejorable para mostrar su impronta artística en el arte vasco. A lo largo de estos años, han contactado con nosotras personas interesadas en su arte, e incluso coleccionistas ingleses. Hasta hemos recibido ofertas para vender este estudio… Pero mostrar la obra de nuestro padre, conservar su legado aquí, tiene mucha fuerza, y es tan importante para Balmaseda...  y para nosotras es un orgullo y una responsabilidad enormes.

Hablando con vosotras, uno se acaba dando cuenta de que más allá del conocimiento lógico de la obra, y vida de su padre, existe un conocimiento amplio sobre arte…

Abrir este estudio, ha sido algo más que abrir una puerta… Hemos estudiado mucho y dedicado muchas horas para poder explicar de forma documentada su trayectoria artística, a través de acontecimientos y  personajes que son parte importante en la historia del arte vasco. En las diferentes etapas que consolidan su inquieta trayectoria, se distinguen desde la influencia clásica italiana en sus inicios, hasta tendencias expresionistas y cubistas, que le conducen hacía composiciones de estudiada desfiguración y arquitectónica composición.  

Todo artista ha de sentirse fundamentalmente actual.

Si no refleja su época, no dice nada.

En mi evolución voy hacia esencias, sustratos, con fondo figurativo.

El pintor siempre está descontento con su obra; busca la evolución.

        Roberto Rodet

Repasamos la dilatada carrera artística de Roberto y su incorporación a la vanguardia. ¿Tal vez el pistoletazo de salida para la vanguardia artística vasca, llegara con el regreso de Jorge Oteiza de Argentina en 1949-50?

En el Bilbao de esta época, surgió como una necesidad de expresión artística innovadora la Sala Studio (1948-1952) en la Calle Correo; pionera en mostrar la obra de autores con un compromiso renovador. Rodet Villa expuso en esta sala en dos ocasiones, en la Colectiva de Pintores Bilbaínos (1948), y en su primera individual Oleos, Rodet Villa (1949). El regreso del escultor Oteiza con aires nuevos, con personalidad arrolladora y su comprometida participación en Studio, fue fundamental en la reactivación de la vida artística de vanguardia en Bilbao, ejerciendo  gran influencia en el arte vasco.

Tal vez el nexo de unión de todos los artistas vascos fuese la reconstrucción del santuario de Aránzazu. Allí se constató que existía una vanguardia vasca con mucha personalidad.

No fue exactamente así. Al primer concurso de bocetos para la decoración del mural del ábside de Aránzazu (1952), por Bizkaia sólo se presentaron cuatro artistas; Ariño, Alvarez Ajuria, Uranga y Rodet Villa, porque la técnica del mural es muy exigente y de difícil ejecución.

El proyecto de reconstrucción de la Basílica sufrió numerosos cambios, controversias y demoras, entre otras cosas por considerarse demasiado moderno para un lugar de culto. Oteiza desde un principio participó en dicho proyecto, al que se le unieron Chillida, Basterretxea, y Lucio Muñoz, que finalizaron la obra en 1969.

¿Y la formación de la Escuela Vasca?

A partir de los años 60 Oteiza y Chillida crean un ambiete favorable a la abstracción e intervienen en la creación de la Escuela Vasca, formada por cuatro grupos: Emen en Bizkaia, Gaur en Gipuzkoa, Orain en Alava y Danok en Navarra. Allí se juntaron, Chillida, Oteiza, Mendiguren, Basterretxea, Ibarrola, Zumeta… Rodet formó parte de Emen, con Mari Dapena, y otros artistas.

Pero antes de Emen, Rodet Villa había formado parte del grupo Del Suizo junto a José Mª Quintana, Nicolás de Zubigaray, Juan Aróstegui…  que posteriormente desembocaría  en la Asociación Artística Vizcaína (1945), y a partir de esta época cada artista fue eligiendo su propio camino. También formó parte de los Cinco Plásticos (1950-51), junto a Ajuria, Otaño, Figuera, Uranga y el propio Oteiza. Fue el primer colectivo de artistas vascos, que se propuso la investigación plástica y la difusión del arte de vanguardia.

Chillida, Basterretxea, Oteiza… Parece que estuvo muy bien acompañado.

Nuestro padre se relacionaba con los artistas del momento. Una litografía dedicada por Chillida, preside su mesa de trabajo. Con Basterretxea le unía una gran amistad, porque era campechano. De Oteiza,  decía que tenía un carácter difícil, pero también compartieron charlas y tertulias muy interesantes, incluso le dedicó algunas poesías.

Eso son palabras mayores… Pero creo que no fue el único gran artista con el que compartió espacio. Algo hemos oído de un viaje a Cadaqués…

Un grupo de artistas hicieron un viaje cultural a Gerona, y entre museos y conferencias, fueron invitados por Dalí, quien les recibió en su casa vestido con un pijama y la típica barretina. Compartieron tertulias y anécdotas curiosas…hasta una tarde de toros, a la que Dalí acudió con una montera hecha de pan, que se merendó a media tarde.

Oteiza, Chillida, Basterretxea, Unamuno, Dalí…. ¡Madre mía!

Entre otras, también existe una historia sobre la que aún no hemos podido indagar… Y es que, parece ser, que Orson Welles, adquirió un cuadro de Rodet Villa en una de sus exposiciones en la Sala Biosca de Madrid. ¡Qué casualidad! También en 2015 se ha celebrado el centenario de su nacimiento.

A cada paso que damos, adentrándonos en la vida de nuestro vecino, descubrimos cosas cada vez más apasionantes. Pero curiosamente la pintura no fue el único arte que desarrolló.

A Roberto le encantaba la música, pero no pudo dedicarse a ella. Era tanta su pasión, que en un viaje a Italia, visitó la Scala de Milán para escuchar un ensayo de la Orquesta Sinfónica. Se acercó al director y le pidió que le dejara dirigir un fragmento.  Rodet dirigió a la Orquesta con sus manos, y nadie se dio cuenta de que no tenía estudios musicales. Cuando en tertulias familiares lo contaba, decía que la batuta sobraba y que en el futuro los directores de orquesta dirigirían únicamente con las manos ¡Tuvo visión de futuro! Él decía  que lo hizo por intuición, por oído y que su gran ilusión habría sido quedarse en Milán y estudiar música.

Vaya sorpresa, yo me refería a su faceta de poeta… y mira lo que hemos encontrado.

La faceta de escritor de Rodet Villa es extensa e interesante, pero desconocida. Su trayectoria poética fue paralela a la de artista y  pintor. Date cuenta de que escribió nueve libros de poesía que están sin publicar (a excepción de algunas poesías). Uno de ellos está dedicado a Goya, El Greco y Velázquez, por considerarles fundamentales en la historia del arte universal. Mario Ángel Marrodán, que fue un gran poeta, lo leyó y dijo que era un libro que merece ser estudiado.

Ante cosas así, creo que ya no queda duda de que estamos ante un hombre excepcional…

¡Y el cine! ¿Te hemos contado que también concurso a director de cine? Las pruebas le llegaban en sobre cerrado por correo, y eran preguntas de arte, literatura, historia, filosofía… había que contestar, llevar a correos  y ser sellado el sobre antes de la hora señalada como tope, y así llegó hasta la final. En aquella aventura conoció a Bardem y Berlanga, pero cuando tuvo que quedarse en Madrid para la última prueba, grabar un cortometraje cámara en mano; su madre enfermó y regresó de inmediato a Balmaseda.

Pero como pudo llegar tan lejos sin haber trabajado nunca en el mundo del cine.

En el cine no, pero date cuenta que era conocedor y estudioso de todas las artes. Estaba dirigiendo el Vía Crucis de Balmaseda y él fue quien le dio ese carácter tan realista, trabajando los escenarios, las escenas… Todo con un saber hacer, propio de una representación profesional. Además había realizado decoraciones teatrales, como las que hizo para el ballet de Antonia Mercé, "La Argentinita".  Y seguro que habría estudiado sobre el tema, porque con el Grupo Artístico Balmasedano ganaron Primer Premio de Zarzuela, con “El Caserío” de Guridi, en el teatro Campos Elíseos de Bilbao. Él siempre destacaba la figura del querido organista Martin Rodríguez Seminario, que gracias a su saber hacer, adaptaba las partituras originales a cada voz.

El Vía Crucis Balmasedano fue sin duda una de sus grandes pasiones…

La Semana Santa fue una verdadera pasión en su vida, y a ella se entregó en cuerpo y alma porque así lo sentía desde niño. Pero él también sufría con el Vía Crucis, de una manera positiva, pero sufría porque tenían pocos  recursos y era muy perfeccionista. Había que agudizar mucho el ingenio para conseguir cualquier cosa. Trabajaba mucho sobre el tema, tanto en los diseños, como el del Calvario- todavía se conservan bocetos del Gólgota, su estructura era una construcción piramidal chata, para construirse en madera-. Investigó mucho sobre todo ello, los colores, eso le apasionaba… El Calvario era árido, terroso ocre y por eso lo recubrieron con saco. Estudiaba todo, los tejidos en el pueblo israelita, el vestuario, los peinados, los diálogos,… basados en el evangelio según San Mateo.   Existen muchísimas anécdotas que han llegado hasta nuestros días… Como hasta nuestros días ha llegado el sudario que el mismo pintó.

Es un orgullo ver que esta obra colectiva, tan real y auténticamente  popular, sigue celebrándose año tras año con el sentimiento y tradición que los balmasedanos llevamos dentro desde siglos.

Compartimos anécdotas, vivencias y hay nombres que se repiten con asiduidad, principalmente el de Manín (el eterno centurión), José Luis Suarez, Juan Luis Rodenas, ellos siempre estaban ahí… y sobre todo el de su esposa María Luisa Valenciano Lalinde.

En el estudio hemos recibido la visita de Manín y de José Luis Suarez. Nos han recordado momentos y anécdotas inolvidables, que son muestra de una verdadera amistad incondicional.

Nuestra madre estaba en la sombra, pero su saber hacer, el gusto al poner los mantos, además era una modista de primera, los peinados, la achicoria para poner morenos a los romanos, el teñir la ropa blanca con té,… Siempre cerca de alguien tan especial como nuestro padre, encontramos a alguien  en sintonía, viviendo el arte,  como era nuestra madre…que tenía una generosidad sin límites.

Hay un momento que les define a los dos perfectamente. Nuestro padre estaba enfermo con una bronquitis que amenazaba neumonía, y ella intentaba cuidarle como siempre hizo y le decía: – Roberto, como sigas así no la cuentas.- y él contestaba: – Que felicidad, de morir que sea en Balmaseda y en Semana Santa. No es tan mala idea…-

Esa es una realidad absoluta, el localismo de Roberto Rodet cortó las alas  de la fama de nuestro personaje…

De joven tuvo oportunidad de haber ido a vivir a Estados Unidos e impartir clases allí, con una catedra de arte. Y en otras ocasiones también, le ofrecieron vivir en Madrid y Barcelona, pero él era feliz en su querida Balmaseda… Su estudio, su río, su gente… Él fue Balmasedano de comportamiento y corazón.

-¿Trabaja usted con facilidad?

-En Valmaseda sí; pero aquí, ya lo está usted viendo. Yo no sé si es porque soy tan valmasedano o por la paz que hay en mi pueblo, o por las dos cosas. Para estudiar, bueno, París, Bilbao o Madrid. Pero para pintar siempre Valmaseda.-       

Roberto Rodet    El Correo Español-El Pueblo Vasco. 13/03/1949

De haberse ido a Estados Unidos a dar clases, a Madrid a hacer cine, o a Italia a estudiar música… No habría acabado siendo alcalde de la villa, en época de Franco. Etiqueta difícil de cambiar ¿Creéis que esta faceta le ha restado trascendencia?

Pensamos que sí. Pero cualquiera que haya conocido a nuestro padre, sabe que no se presentó voluntario a la alcaldía, porque él estaba centrado en su etapa muralista. Pero le eligieron, y se negó en un principio, porque no se sentía hombre de política ni de mando. Pero finalmente tuvo que acceder, y lo aceptó como un servicio a su villa. Hoy en día todavía no comprendemos como puede haber personas que le juzgan sin haberse molestado en conocerle como realmente era, dejándose llevar por estereotipos anquilosados que ocultan la realidad de su vida.

Desde luego cuesta mucho entender que un hombre culto, estudioso de tantos temas, que había compartido espacio con toda clase de personas, fuera un hombre totalitario…

Es que era todo lo contrario. Era un hombre de pensamiento liberal, humanista y avanzado para la época que le tocó vivir. Incluso algunos de los que le conocieron, se referían a él como un ser ácrata.  En nuestra familia siempre ha habido sensibilidades políticas muy diferentes, y Roberto siempre supo ser mediador, y estar con todas las partes.

Con motivo de la exposición de Mari Dapena, tú has conversado con personas que le conocieron, uno de ellos Isaac Zaitegi,  y sabes, que sus opiniones  coinciden con lo que te contamos.

Una anécdota que muestra su manera de hacer, es que cuando participaba como miembro de jurado en certámenes artísticos,  se negaba a colaborar en concursos que no estuvieran debidamente ocultas las identidades de los participantes, para que no hubiera injerencias externas, ni políticas, ajenas al arte, a la hora de valorar las obras presentadas.

Recordamos que también conoció a Carlos Garaikoetxea, a José Antonio Ardanza, y al ministro de Obras Públicas y Urbanismo, Javier Sáenz de Cosculluela, entre otros. Le causaron muy buena impresión, y con este último compartió agradables charlas en Laredo. Decía que si un día los grandes políticos de diferentes partidos se unieran, y trabajaran en concordia… se llegaría a grandes acuerdos, muy positivos para el progreso de nuestra sociedad.

Recientemente se ha inaugurado una exposición sobre Mari Dapena y procesando la información que allí se obtiene, uno puede llegar a la conclusión de que eran personas contrarias…

Nada más alejado de la realidad. Roberto y Mari eran amigos y colaboradores. Mari fue alumna de Roberto Rodet y su estilo está muy presente en ella; de su mano conoció a los pintores impresionistas en el Museo de Arte Moderno de Bilbao, y él la animó para siguiera pintando. Sabemos que eran dos artistas  que se procesaban una admiración recíproca, además de unirles sus pensamientos humanistas y liberales. Tenemos libros que Mari Dapena dedicó a su amigo y maestro Roberto Rodet. Estuvimos en la inauguración de la exposición dedicada a ella, en el Museo de las Encartaciones, y felicitamos a su familia. De hecho, con motivo de la celebración del Día Internacional de los Museos, hemos colaborado y abierto el estudio a visitas concertadas por este Museo, para admirar la obra de estos dos artistas conjuntamente, y estudiar la influencia de Rodet en la obra de Dapena.

Estas visitas guiadas al estudio de vuestro padre Roberto Rodet, desde el homenaje por su centenario… ¿Son momentos y circunstancias puntuales, o pensáis abrirlo y darle continuidad? ¿Qué ha supuesto  para vosotras?

Estamos dando pequeños pasos, y tenemos proyectos… Pero para todo esto es fundamental el apoyo del Ayuntamiento de Balmaseda y de la Diputación de Bizkaia. Dirigir visitas guiadas en el estudio desde el homenaje, nos ha llenado de energía. Siempre recibimos a gente interesante, que  nos hace preguntas, nos dan su visión del arte…, y es enriquecedor, lo aseguramos. Ellos dicen que aprenden, pero nosotras también aprendemos de sus diferentes puntos de vista y opiniones.

Mostrar este estudio, lograr abrirlo al público, dar a conocer la trayectoria artística de nuestro padre, es un placer y un reto. Es algo que llevamos dentro desde niñas, pues hemos vivido el arte como algo natural en nuestras vidas.

Estamos viviendo, que acercarse al arte muestra los sentimientos más positivos del ser humano, y es una manera de exteriorizar emociones que todos llevamos dentro.

“El arte y la vida van conjuntadas. El arte, indiscutiblemente, forma parte de la vida como medio de expresión. Es el barómetro de la cultura de un pueblo, donde se puede medir su temperamento y su estabilidad…”                    

Roberto Rodet

Seguimos hablando incesantemente, el río nos regala reflejos indescriptibles en este mágico estudio. Han pasado más de tres horas y parece apenas un pequeño instante. Admiramos su obra. Admiramos a una persona inmortal a la que hemos podido conocer en el reflejo emocionado de los ojos de sus hijas, Ana Luisa y Cristina. Un placer que sin duda repetiremos en más de una ocasión y así nos despedimos del estudio con un “Hasta Pronto” y descendemos las escaleras que desembocan en la plaza de San Severino, con un deseo en nuestras mentes...

El deseo del regreso.

Para cualquier consulta, y si queréis visitar el Estudio de Rodet Villa, contactar con la web: www.rodetvilla.com  

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