Balmaseda Entre Cantones
Pandemias, epidemias, higiene y salud en Balmaseda de 1530 a 1898.
Por Julia Gómez Prieto
Las epidemias fueron frecuentes en la villa en siglos pasados, y muy diversas y curiosas las medidas para combatirlas
FOTO .- Balmaseda 1846. Litografía de Juan E. Delmas. En 1855 la villa sufrió una de las peores pestes del siglo
En estos momentos de confinamiento y pandemia acude a la actualidad la historia de “la Peste“. Al margen de sus connotaciones literarias, la verdad es que ese tipo de epidemias desaparecieron hace ya mucho tiempo. Tradicionalmente se creyó que las ratas negras fueron las responsables de que las plagas penetrasen en Europa, y que cada brote se producía cuando las pulgas saltaban de un roedor infectado a un ser humano.
Lo cierto es que el agente causal era una Bacteria, la Yersinia Pestis. Mientras el depósito natural de la enfermedad eran los roedores salvajes, esta se transmitía al hombre por la picadura de la pulga de la rata. Otros científicos, en cambio, creen que las condiciones específicas del clima en Asia, en épocas medievales, podrían haber provocado un aumento notable de la población de gerbillos, una sub-especie de la rata de Mongolia, transmisores de esta enfermedad.
La peste negra, que se originó en Asia, llegó a Europa en plena Baja Edad Media, el año de 1347 y se convirtió en uno de los brotes más mortales en la historia de la humanidad. Esta peste negra del siglo XIV, mató a más de la mitad de la población de Europa. Unos 800 años antes, en el siglo VI, otra plaga había ocasionado una devastación similar en el Imperio Bizantino del emperador Justiniano.
Normalmente la rata marrón habitaba en las cloacas y sitios apestosos y sucios (como las pocilgas de los cerdos), pero luego se introducía en casas y barcos, de forma que abundaba en los puertos de mar. Pero la rata negra se supone que llegó a Europa con los ejércitos mongoles, llegados de Asia. Y que pudo venir también por la Ruta de la Seda que atravesaba muchos países y terminaba en Bizancio. Desde allí fue traída al corazón de Europa a bordo de los barcos venecianos y genoveses que comerciaban con las especias.
La plaga desapareció de Europa después del siglo XIX. Y aunque hoy en día, las cepas pueden ser tan mortíferas como las del pasado, somos los humanos los que hemos cambiado. Hemos reducido las poblaciones de ratas (aunque algunos científicos sospechan que se han vuelto inmunes), y ahora contamos con antibióticos que se pueden usar para combatir brotes humanos antes de que empiecen a extenderse a gran escala.
Sin embargo, todavía hoy día se registran brotes en otras partes del mundo, en zonas subdesarrolladas y por corto espacio de tiempo. La OMS informa que globalmente, la enfermedad aún afecta entre 1.000 y 3.000 personas por año.
La peste ha quedado como sinónimo de epidemia, como un término genérico que hace referencia a muchas pandemias sin un origen común. La peste se confunde a veces con el Cólera, pandemia mucho más moderna. Por cierto que, como veremos, durante el siglo XIX, el cólera existió en Bizkaia, aunque nos pueda parecer increíble.
FOTO .- La peste de Azoth. Nicolás Poussin. 1631
Balmaseda 1530 – 1897. Morbos y Epidemias en la Villa
En el siguiente cuadro podemos ver la relación de pestes, morbos epidemias y amenazas que padeció Balmaseda desde el siglo XVI y hasta bien entrado el siglo XIX. Los datos fueron extraídos en su momento por la autora, del Archivo Municipal de la villa.
Siglo XVI
1530 – 33………………....Ronda la Peste pero no llega a Balmaseda
1564 – 68………………....Pestes foráneas intermitentes que tampoco llegan
1570………………….........Peste en Bilbao pero no llega a la villa
1580 – 84………………....Peste y enfermedades. Rogativas a San Roque
1592 – 95……………….....Rogativas en Kolitsa por las enfermedades
1596 – 97…………………..Peste cercana en Somorrostro
1598………………………....La peste se va extendiendo
1599………………………....El 13 de Mayo se declara la Peste en Balmaseda
Siglo XVII
1601……………………….Se da por vencida la epidemia de 1599
1604……………………….Algunos vecinos enferman de Bubas
1605……………………….Peste en Laredo. Se observa con preocupación
1627…………………….….Rogativa para mitigar las enfermedades
1629……………………….Peste en Francia. Atención en Bilbao
1649 – 52…………….….Peste por Sevilla. Precauciones
1657………………………..Epidemia de Tabardillo y dolor de costado
1694……………………….Gran epidemia que se lleva a mucha gente
Siglo XVIII
1725……………………….Grandes enfermedades en la villa
1738……………………….Fatal epidemia
1768 – 72………………….Fiebres ardientes de las que muere mucha gente
1796……………………….Enfermedad pestilente que mata a mucha gente
Siglo XIX
1804……………………..Gran epidemia que crece en verano
1832……………………..Cólera morbo benigno. Solo mueren 12 personas
1849……………………..Cólera por insalubridad
1855 – 56……………….Cólera. Gran epidemia. En el 56 aún hay 50 coléricos
1865……………………..El Cólera ronda incesantemente
1885……………………..Cólera en Bizkaia que no llega a Balmaseda
1888……………………..Viruela en febrero y diciembre. Tosferina y difteria en
las escuelas
1889……………………..Sigue la Viruela con los niños. Y hay mucho Sarampión
1892……………………..Vacunación contra la viruela
1893…………………….. Prevención del Cólera
1896 – 97………………. Siguen las vacunaciones de la Viruela
Fuente: A.M.B. Libros de Decretos y Actas Municipales. Elaboración por Julia Gómez Prieto. Año 1985.
Las Epidemias de los Siglos XVI y XVII
Los siglos XVI y XVII fueron dominio de la peste y de las prevenciones contra ella. Numerosas veces rondó la epidemia lugares más o menos cercanos a Balmaseda, sin llegar a entrar en la villa. Las medidas de seguridad tomadas para evitar su extensión fueron férreas y básicamente consistieron en:
.- Cerrar las Puertas de la villa
.- Dar dinero a los transeúntes para que no entrasen en el Municipio
.- Montar guardia permanente de grupos de vecinos
.- Efectuar intensas rogativas a los santos, en especial a San Roque, San
Sebastián y Nuestra Sra.
Las procesiones solían hacerse a la ermita de Kolitsa ó dentro de la villa a muralla cerrada entre ambas iglesias parroquiales.
Normalmente, este cordón preventivo daba buenos resultados y, por ello, sólo en dos ocasiones, una en el s. XVI (año 1599) y otra en el s. XVII (año 1694) la peste hizo su entrada en la villa, con la consiguiente secuela de dolor y muerte. La epidemia de 1580 fue intermitente hasta 1584 y se vio acompañada por años de sequía como coadyuvante ideal.
FOTO.- Carretadas al cementerio. Francisco de Goya. 1812-1815
La Gran Epidemia de 1599 -1601
La peor de todas fue la finisecular, que comenzó el 13 de mayo de 1599, tras bastante tiempo de andar rondando la villa, y como tal lo explica Martín de los Heros en su "Historia de Valmaseda". Las medidas de seguridad se hicieron drásticas cuando ya la peste había invadido la villa:
.- Se quemaban las casas de los muertos con todos sus enseres
.- Se castigaba el incumplimiento de las guardias con 10 días de cárcel y 2.000 Mrs.
.- Y como elemento disuasorio, se llegó a colocar una horca en medio del mercado para colgar a los que se entregasen a actos de pillaje.
A pesar de todo, la epidemia no se dio por vencida hasta el año 1601, en que se reanudó el tráfico comercial interrumpido durante este tiempo.
Con pequeños sustos en años intermedios, la peste no apareció de nuevo hasta fines de siglo, en 1694, en que se reactivó con las canículas estivales.
Siglos XVIII y XIX. Vuelven las Pestes y Epidemias
Siguiendo con el Cuadro anterior de "Morbos y Epidemias en Balmaseda", durante el Siglo XVIII, serían más abundantes los morbos de fiebres ardientes, que causaron los mayores estragos en 1768 y 1772, finalizando la centuria con una peste, la de 1796, que ocasionó numerosos muertos.
A lo largo del Siglo XIX irían desapareciendo paulatina pero radicalmente las pestes, aunque fueron múltiples las manifestaciones infecto-contagiosas que se dieron en esta centuria, sobresaliendo el cólera y la viruela como las más peligrosas.
Ya en 1804 unas fiebres habían dado un buen susto al vecindario. Y fue precisamente el Cólera, la auténtica peste del Siglo XIX. No dejaría de estar presente en toda la centuria, aunque con el paso de los años su virulencia pareció remitir. En 1832 y 1893, se dieron unos brotes intramuros y, a menudo, rondó sus aledaños. Pero, en realidad, el foco del morbo estaba casi siempre dentro de la propia villa.
Entre otras causas, pero no las únicas, se citaban :
.- Unas aguas potables que dejaban mucho que desear.
.- Una deficiente higiene pública. Al grito de ¡agua va!... todas las inmundicias se arrojaban por las ventanas a la calle.
.- Una pescadería necesitada de una buena limpieza y reparación .
Aguas y alimentos contaminados eran pues, una causa grave del «vicio escrofuloso endémico». (A.M.B. Decretos 9 julio 1849).
En 1855 aparecía la gran epidemia de Cólera Morbo. La afección fue fuerte y además larga. El contagio comenzó un 15 de agosto y causó terror en los primeros momentos entre la población. Duró dos meses y enfermaron 214 de los 1.644 habitantes, muriendo 49 de ellos . (A.M.B. Leg. 159 – 26. Interrogatorio sobre el cólera morbo, año 1855.)
En el último tercio de este Siglo XIX, sería la viruela la que aparece con mayor frecuencia y fuerza. Ya en la última Guerra Carlista del año 1875, fueron numerosos los soldados fallecidos o enterrados en Balmaseda con la viruela, dolencia contraída en otros campos de batalla.
La mayor epidemia pustular se daría en 1888, afectando ampliamente a la población infantil, en conjunción con enfermedades como tosferina, sarampión y difteria.
Higiene, limpieza y salubridad públicas
FOTO.- Médico protegido para atender a los apestados. Hacia 1780
Para la curación de estas enfermedades se recurría a veces a fórmulas "mágicas", como sucedía con los “ Saludadores”, una especie de curanderos especializados en prevenir las plagas del campo , así como la rabia de perros y de personas. En el caso de Balmaseda, el primero que Martín de los Heros cita en su Historia es del año 1516, y hasta finales del siglo XVIII eran personjes asiduos en las Cuentas Municipales, es decir eran pagados por el propio Ayuntamiento.
Frente a esta medicina "milagrosa", había un cuerpo médico especializado en la villa con Médico Titular, Boticario y Cirujano, de los que hablaremos otro día.
Aun cuando ya desde el Siglo XVIII comienza a notarse una seria preocupación por el tema, la medicina preventiva en Balmaseda no llegaría a verse con claridad hasta bien entrado el Siglo XIX. Mientras tanto, las medidas de higiene fueron constantes, pero descoordinadas.
Entre 1500 y 1800, la guarda de la salud pública se logró en gran medida a través del mantenimiento de la limpieza pública en la villa, exigida a los vecinos, de una manera bastante férrea. El efecto disuasorio de estas medidas era dudoso, puesto que, al igual que en otras cuestiones, los bandos municipales se suceden con una cotidianeidad aplastante, lo que induce a pensar en un escaso interés de la población por cumplirlos.
Los elementos mejor atendidos por la limpieza ciudadana fueron sin duda las calles, aceras y cantones, conjuntamente con los ríos y arroyos. Cada vecino debía limpiar dos veces por semana su terreno de calle circundante, así como las chimeneas de su casa, a fin de evitar incendios por exceso de hollines. Así se advertía en un bando del año 1739.
Contra los incendios precisamente se desarrolló todo un sistema rudimentario, pero efectivo, de prevención, en base a tres puntos concretos:
.- que se procurase pasear poco de noche para no tener que portar antorchas;
.- guardias especiales deambulantes durante las noches de fuerte viento,
.- y en cuanto se apercibiesen del inicio de un fuego, debían tocar las campanas a rebato.
Sin embargo, todavía a finales del Siglo XVIII, la higiene urbana seguiría siendo una utopía. En 1779 llevaban ocho años sin limpiarse las rondas o callejas de aguas vertientes, con lo que el peligro de infección se hacía latente ante los calores del verano.
Arrojar aguas y basuras desde las ventanas fue objeto de multas en todos los Decretos de Buen Gobierno. Así en el año de 1673, ya se decía explícitamente "Que ninguna persona sea osada de vaciar aguas ni inmundicias ni orinales por las ventanas ni otras cosas, sino que los vacíen por los conductos" Al parecer no se debía de hacer demasiado caso de tal decreto.
El Ayuntamiento, además de proceder a barrer y asear las calles de forma regular, cada vez que había procesiones, y puesto que el número de éstas era numeroso cada año, exigía la limpieza posterior, con lo cual el saneamiento estaba asegurado. Se ponía especial cuidado en mantener la higiene en el mercado, la carnicería y la propia Casa Consistorial. Pese a todas estas medidas, a veces, la deficiente construcción de los propios edificios favorecía la presencia de roedores .
FOTO.- Fotograma de La Peste, serie de Alberto Rodríguez
En un Decreto del año 1684 ya se advertía que... "El matadero padece ruina y por allí entran los ratones y sabandijas que maltratan la carne..". y se encarecía a que se reparase con rapidez.
La abundancia de roedores hizo que los cerdos, como ganado doméstico, fuesen mal vistos en Balmaseda. La relación "rata – triquinosis - cerdos" era un coadyuvante fundamental de esta enfermedad, así como de la rabia, por lo que las Ordenanzas prohibían expresamente la posesión de puercos dentro de la villa.
Por su parte, los ríos y arroyos eran especialmente vigilados a fin de evitar la posible contaminación de sus aguas, ya que éstas eran utilizadas por los vecinos. La villa tomaba el abasto de agua del arroyo Abedular y del río Kadagua, a la altura del Convento de Clarisas. Por ello se reglamentó y acotó la zona del río, aguas abajo de las Pontecillas y Arroyos del Campo, tanto para las lavanderas como para los curtidores y zapateros, que lavaban y desecaban los cueros.
La medicina preventiva
Tras la Guerra de la Independencia, hacia los años 1820, el sentido de limpieza pública y de higiene daría un gran giro. Se diría que comienza a practicarse una especie de medicina preventiva. Era una previsión planificada desde y por el municipio, que se iría concretando en medidas diversas, según las circunstancias de cada época.
Comenzó este nuevo enfoque con unas pautas dictadas en 1819 por la recién creada Junta de Sanidad sobre aspectos como crianza de cerdos, aguas fecales, solares abandonados, vertederos de basura, etc., señalando además la absoluta necesidad de que los enterramientos se realizasen fuera de las iglesias, para evitar olores e infecciones. Pero, la construcción del nuevo Cementerio no se realizaría hasta el año 1850.
Cada vez que había una epidemia, se montaba un cordón sanitario en el que prestaban servicio vecinos de la villa y se declaraba la cuarentena de la población. Estas medidas quedaban trastocadas en épocas de guerra, en las que, debido a la forzada situación y a la movilidad general, la prevención era vana y acababa produciéndose el contagio.
Entre 1880 y 1890, las medidas se harían más estrictas, quedando plasmadas en puntos tan concretos como la inspección de la carne del matadero, por medio de un microscopio, y un laboratorio químico que analizara los artículos de abacería, así como los licores; la creación de un servicio de Barrenderos Municipales, que serían al tiempo basureros; la organización del Hospital como lugar de reconocimiento de epidemias así como la compra de cantidades de cloruro de cal como desinfectante preventivo . Todos estos acuerdos se tomaron entre 1883 y 1890. Así mismo, el cuerpo de Bomberos era el encargado de regar las calles.
Cabe citar que en esa misma época se hizo obligatorio que las casas tuviesen un pozo negro, que vertiera al caño central, al tiempo que se recomendaba la máxima limpieza a diario en el excusado. También se analizaban exhaustivamente las aguas de los manantiales de la villa, así como las de todas las fuentes públicas existentes en el municipio
FUENTES
Archivo Municipal de Balmaseda ( A.M.B.): Libros de Decretos y Actas Municipales desde 1530 a 1899.
Tesis Doctoral : “ Balmaseda. Siglos XVI – XIX. Una villa vizcaína en el Antiguo Régimen”. 1985. Publicada por D. F. B. 1991.
Páginas web:
“ www.BalmasedaHistoria.com“ y CrónicasdeBalmaseda.blogspot.com”