Balmaseda Entre Cantones
MARIANO DE RENOVALES REBOLLAR Y MOLLINEDO
Miguel Angel Alvarez Fuentes
Conferencia realizada el 31-05-2019 en la Casa de Cultura de San Miguel de Artzentales.
Nace en Artzentales, Bizkaia, en el barrio de Górgolas, el 30 de julio de 1774, en el seno de una familia humilde, posiblemente dedicada a las labores agropecuarias. Era hijo de Francisco Javier y de Manuela y según datos del Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia, fue bautizado como Francisco Mariano ese mismo día, según se acostumbraba en esa época, dada la gran incidencia de mortalidad infantil. Mariano era un segundón, en una familia de ocho hermanos. Su hermano Joaquín era once años mayor y estaba destinado a heredar las propiedades familiares.
Por esa razón, en 1790, con dieciséis años, emigró a Buenos Aires, reclamado por un tío, para trabajar en el comercio. Por entonces, Buenos Aires era la capital del Virreinato del Río de la Plata, que incluía territorios de los actuales países Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, Perú y Brasil.
Sin embargo, su futuro no iba a estar en el comercio, sino en el ejército, ya que a los tres años de llegar a Buenos Aires, en 1793, ingresa como cadete de caballería para la defensa de la frontera frente a los indígenas, que se dedicaban al pillaje y robo de ganado y alimentos.
Cuando en 1806 los ingleses comandados por Beresford, Popham y Baird, invaden el Río de la Plata y avanzan hacia Buenos Aires con ánimo de tomarla, Renovales participa en su defensa, a las órdenes de Santiago de Liniers,2 destacando en el combate de Perdriel, por lo que fue premiado por el Cabildo de Buenos Aires con un escudo de oro, el cual aparece en la bocamanga del retrato arriba mostrado, y además fue ascendido a sargento mayor al mando del Regimiento de Húsares.
Cuando tiene lugar la segunda invasión inglesa al Río de la Plata, en 1807, Renovales ya no participa en su defensa, ya que se dirigía de regreso a la Península, desembarcando en Bilbao.
De esos casi 15 años como militar en América no existe hoja de servicios y los datos que se conocen son los ofrecidos décadas más tarde, hacia 1880, por un sobrino nieto suyo, por lo que se consideran partidistas y poco rigurosos.
No ocurre igual con su participación en la Guerra de la Independencia, a partir de 1808, sobre la que constan muchos datos en el Archivo Histórico Nacional, en el Archivo Militar de Madrid y en diversos archivos militares franceses.
Hay que indicar que existe una gran dispersión documental y que de los años que van entre 1815 y 1820, cuando fallece, las informaciones son fragmentarias y contradictorias, según sea el origen de las mismas, dada su rocambolesca vida y variadas peripecias que vivió, llegando a aparecer como personaje en novelas de Pío Baroja como “Memorias de un hombre de acción”. También es citado en los “Episodios Nacionales” de Benito Pérez Galdós, en el episodio de “Zaragoza”.
2 Santiago de Liniers que también rechazó la segunda invasión inglesa al Río de la Plata, fue nombrado Virrey pero más tarde cayó en desgracia y acusado de traición fue fusilado en 1810.
Guerra de la Independencia
En marzo de 1808 tenemos a Renovales en su pueblo cuando tienen lugar los sucesos del Motín de Aranjuez y como consecuencia de la invasión francesa y del Dos de Mayo en Madrid, renuncia a una vida ociosa como indiano enriquecido y marcha a combatir a los franceses a Zaragoza haciéndose acompañar por 14 mozos de Artzentales, a quienes costea su equipación. Entre ellos va su sobrino Tomás de Renovales Goicolea, hijo de su hermano Joaquín.
Al llegar a Zaragoza tiene lugar una anécdota más de su azarosa vida: Renovales que portaba el exótico uniforme argentino fue tomado en la ciudad del Ebro por un espía francés y a punto estuvo de ser fusilado.
Deshecho el entuerto, Renovales luchó bravamente tanto en el primer sitio de Zaragoza, como en el segundo.
Zaragoza era una ciudad en parte amurallada y la defensa de sus puertas era la máxima prioridad. Renovales luchó en la de Santa Engracia, en la del Portillo3 y en la de Sancho, no solo resistiendo las acometidas francesas sino también llegando a efectuar salidas por sorpresa que causaban gran daño al enemigo. Todo esto no pasó desapercibido a Palafox, que lo ascendió al grado de coronel y lo puso al frente del regimiento de caballería de los Húsares de Palafox.
3 En esta puerta quedó inmortalizada la figura de Agustina Zaragoza, conocida como Agustina de Aragón.
Napoleón, que pensaba que la conquista de España iba a ser un paseo militar y que se encontró con la derrota en Bailén, frente al general Francisco Javier Castaños, por cierto descendiente del barrio Castaños de Galdames, ante la imposibilidad de tomar Zaragoza, sitio clave para la expansión peninsular de sus ejércitos, destinó más medios materiales y humanos, enviando al Mariscal Lannes y el 21 de diciembre de 1808 se inició el segundo sitio sobre Zaragoza, durante el cual, Renovales destacó en la defensa del convento fortificado de San José, junto al río Huerva, objetivo principal de los franceses, lo que le supuso un nuevo ascenso, esta vez a brigadier. Cuando la defensa del convento se hizo imposible, Renovales evacuó a los heridos y a sus tropas, llevándose los cañones desmontados e incluso las rejas del convento por si eran de alguna utilidad posterior.
La ciudad de Zaragoza, agradecida, tiene dedicado un paseo a Mariano de Renovales.
El 21 de febrero de 1809, Zaragoza, prácticamente destruida, bajo una epidemia de tifus, sin víveres ni municiones y con muchísimas bajas de civiles y de militares, capituló al fin a pesar de la negativa a hacerlo de Palafox, cuyo lema era antes morir que capitular.
Renovales, junto con otros oficiales, y junto con su sobrino Tomás, fue hecho prisionero para ser deportado a Francia, en cuyo trayecto fue liberado por un golpe de mano efectuado por Vicente Gambra, un terrateniente del Roncal, veterano de la Guerra de la Convención (1793-1795), cuyos hijos iban también en el grupo de deportados. Precisamente esta circunstancia le permitió a Renovales conocer a Josefa Gambra, la hija de Vicente, con quien se casó.
En los siguientes meses, Renovales, dado su carácter beligerante, organizó la rebelión general de los valles del Roncal y de Ansó, infligiendo duras derrotas a los franceses que se avinieron a capitular a cambio de dejar salir de la zona a los militares y de respetar a los paisanos de los valles, implicados en la lucha armada.
Renovales se desplazó hacia el Este, al valle del Cinca y del Ebro llevando una escolta personal de 40 rusos desertores del ejército imperial napoleónico.4 Era una pieza ya muy codiciada por los franceses que lo acosaban con numerosas fuerzas, por lo que acabó escapando de esa zona por barco en marzo de 1810 y se presentó en Cádiz, donde se refugiaba la Junta Central, a la que reclama los sueldos y ascensos prometidos por Palafox. La Junta accede y lo asciende al grado de Mariscal de Campo, con antigüedad de marzo de 1809. Además le pone al mando de una división de 5 fragatas británicas, una española y varias naves menores auxiliares, para efectuar una expedición por mar en la costa cantábrica conocida como Expedición Cántabra. Sus objetivos eran tomar Santoña y Getaria, para impedir la ayuda y comunicaciones francesas por el norte y además destruir las fábricas de armas de Eibar y Orbaiceta.
Los celos y las desavenencias de los mandos, que veían a Renovales como un intruso ajeno a la marina, fue retrasando la expedición, que finalmente zarpó de La Coruña el 14 de octubre de 1810, con 1200 soldados españoles y 800 ingleses, ya en una época de mar agitada.
La expedición bombardeó inexplicablemente Gijón y el 23 se presentó en la bahía de Santoña, donde se les esperaba con todas las baterías de costa preparadas, así como los cañones de los barcos fondeados en ella. Rechazados por los franceses, al hacerse a mar abierto se encontraron con fuertes temporales que les obligó a refugiarse en el puerto lucense de Vivero, habiendo sufrido la pérdida de varias naves y de 550 marineros.
Renovales ya sin la ayuda británica, se adentró con sus hombres hasta Potes donde establece su base al margen de las directrices del ejército español y desde allí comenzó a hacer incursiones contra los franceses por el norte de la provincia de Palencia y por la de Cantabria. Era el invierno de 1810-1811 y estas acciones, no controladas por las autoridades españolas hicieron que se le acusara de desacato y que lo destituyeran.
Sin embargo, no podían prescindir de alguien tan valioso y carismático como Renovales, que era el primero en combatir, arrastrando así a sus hombres y poco más tarde fue nombrado jefe militar de las tres provincias vascas. Aquí también tuvo roces por problemas jurisdiccionales con el jefe guerrillero Francisco Espoz y Mina, que aunque su campo de acción era Navarra, también se adentraba a luchar en Álava y éste era territorio de Renovales.
4 El ejército imperial napoleónico se nutría de contingentes de los países que Napoleón iba conquistando, los cuales luchaban con sus atuendos y armas, lo que daba unos toques de exotismo. Recordemos “La carga de los mamelucos” de Goya, que era un cuerpo procedente de Egipto. Así mismo Balmaseda fue incendiada el 8-11-1808 por un batallón de holandeses a cuyo frente iba el general Chassé.
Ese año de 1811, según consta en un documento, Renovales encargó a un capitán apellidado Urdanpilleta que reclutara gente en Las Encartaciones, al parecer inclinado a tener a su lado a gente de su carácter y confianza.
En 1812 Renovales está al mando de la Cuarta División del 7º Ejército para actuar en Bizkaia, con 3700 hombres bajo su mando, con su cuartel general situado en Orduña. Él a su vez estaba bajo las órdenes del general Gabriel Mendizabal, de Bergara.
Realizó numerosas acciones por Orduña, Balmaseda y Bilbao, con la ayuda de la escuadra británica desde la costa, a cuyo frente se encontraba el comodoro Sir Home Riggs Popham, a quien se había enfrentado Renovales en 1806 cuando la invasión del Río de la Plata en Buenos Aires, lo que no impidió que la relación entre ambos ahora fuera muy fluida y amistosa, además de eficaz ya que llegaron a ocupar Bilbao dos veces, en agosto y setiembre de 1812. En esa segunda toma, Renovales lanzó un ampuloso y grandilocuente manifiesto en el que ensalzaba los valores “bascongados”, como él mismo se consideraba, que fueron el terror de Roma y lo habían de ser también de Francia.
En una de estas dos tomas de Bilbao, Renovales liberó a Pedro Alcántara de Espínola, vecino y alcalde de Balmaseda,5 que estaba preso en Bilbao desde 1809, cuando los franceses se instalan en Balmaseda permaneciendo en ella hasta 1813, cuando finaliza la contienda, ocupando como cuartel el Convento de los Carmelitas que se situaba en los terrenos donde actualmente se encuentran los Talleres de La Robla, junto al Puente Viejo.
Poco después, en octubre de 1812, se reunieron las Juntas Generales de Bizkaia en la iglesia de San Nicolás de Bilbao, presididas por Gabriel Mendizabal, a las que acudieron 101 municipios, con el objeto de jurar la Constitución de 1812.
Muchos eran partidarios de aceptarla conservando los Fueros. Había también los que abogaban sólo por la Constitución renunciando a los Fueros, entre ellos se encontraban Joaquín de Renovales, hermano de Mariano y José Rodríguez de las Conchas, ambos de Artzentales y apoyados por los apoderados de Galdames, Zalla, Sopuerta, Karrantza y Gordexola. Hubo alteración del orden y gritos de “fuera, fuera” por parte de quienes defendían los Fueros.
Intervino Mariano de Renovales diciendo que él ya había jurado la Constitución, por lo que también fue abucheado, pero dado su carácter se enfrentó a los alborotadores y tajantemente les ordenó que jurasen.
Gabriel Mendizabal, que era el presidente le dijo a Renovales que allí no pintaba nada y éste se quejó amargamente de ser castigado por defender la Constitución.
Finalmente, se adoptó una solución salomónica, afirmando que jurar la Constitución suponía también jurar los Fueros.
La desautorización de Renovales por parte de Mendizabal era una más de las desavenencias entre ambos, a pesar de los éxitos militares del primero, quien para protestar sobre su superior, decide desplazarse a Portugal para quejarse ante el Duque de Wellington. Pero durante el trayecto fue detectado por las tropas francesas y capturado en Carvajales de Zamora el día 26 de marzo de 1813.
5 Interesante personaje fruto de su época. Tenía un cargo en la Aduana de Balmaseda y aprovechando el caos reinante, se autoproclamó alcalde y fue a vivir a la casa consistorial en compañía de una amante y los cinco hijos de ella, así como con el presbítero, el boticario con su familia y unas supuestas señoras de Zaragoza. Al regresar el alcalde legítimo fue condenado a seis años de presidio y su amante a cuatro años de galeras. Tras ser liberado por Renovales, luchó en las guerrillas y murió combatiendo.
Por segunda vez va a ser conducido a Francia como prisionero junto con otros 156. Los guerrilleros españoles intentaron infructuosamente liberarlos durante el trayecto, pero tras de varias etapas y estancias en Burgos y en Vitoria, fueron finalmente ingresados en territorio francés.
Renovales no paró en sus intentos de amotinar a los prisioneros, de causar problemas a sus carceleros, incluso mediante sobornos, lo que obligó a frecuentes cambios de emplazamiento. Las autoridades francesas que lo consideraban un “prisionero de Estado”, dado su grado militar de general, esperaban de él un comportamiento honorable, pero Renovales no estaba dispuesto a ello y tras de varios traslados acabó en un campo de prisioneros en Normandía, del que logró fugarse y huir a Londres, en marzo de 1814, justo un año después de su captura. De ese suceso se hizo eco la prensa inglesa de la época.
Últimos años
Al poco tiempo y ya acabada la guerra, se vuelve a Madrid a vivir con su esposa Josefa Gambra, entre 1814 y 1816, año en el que dadas sus ideas liberales, se involucra en la Conspiración del Triángulo, así llamada porque cada miembro sólo conocía a otras dos personas y en caso de ser descubiertos no poner en peligro a más gente. El objetivo era secuestrar o matar a Fernando VII, tras la vuelta al absolutismo y la derogación de la Constitución de 1812.6
6 Por el Tratado de Valençay de diciembre de 1812, es autorizado Fernando VII a volver como rey a España, siendo recibido en abril de 1814 por 69 diputados de las Cortes que le solicitan la vuelta al absolutismo en el conocido como Manifiesto de los Persas.
Descubierto el complot en 1817, Renovales se refugia en su tierra y puede huir en una trainera desde Zierbena, hasta un bergantín que le lleva a Burdeos. Es juzgado en ausencia por un consejo de guerra, que lo condena a morir decapitado.
Burdeos por entonces era un lugar de reunión de liberales exiliados con los que Renovales promueve nuevas conspiraciones bajo el seudónimo de Domingo Fernández. De Burdeos pasa a Londres y aquí utiliza el nuevo seudónimo de Lecuna, ya que entra en contacto con liberales hispanoamericanos, en un momento en el que las colonias americanas están en sus procesos independentistas de España, tras aprovechar el vacío de poder que se originó con la Guerra de la Independencia.
El día 13 de diciembre de 1817 escribió Renovales una carta a Simón Bolivar, ofreciéndole sus servicios para la causa de la emancipación. La respuesta entusiasta de Bolivar llevaba la fecha del 20 de mayo de 1818.
Curiosamente, su sobrino Tomás de Renovales Goicolea, estaba en Venezuela formando parte del ejército español frente a los independentistas y en un audaz golpe de mano, a punto estuvieron de matar a Bolivar.7
En Londres, Renovales se compromete con el agente de Bolivar, Luis López Méndez, para tomar el mando de una flotilla de 3 barcos y 3000 hombres en Nueva Orleáns y llevarlos a Veracruz para desde allí ponerse al servicio de la causa independentista de Bolivar.
Pero la discreción no era una de las virtudes de Renovales y las noticias de estos planes llegaron a oídos del embajador español en Londres, el Duque de San Carlos, que se reúne con Renovales y le ofrece la amnistía, puesto que seguía condenado a muerte, si actúa como agente doble y hace fracasar la expedición, entregando los buques, armas y hombres a las autoridades españolas en Cuba y además rechaza públicamente el liberalismo y abraza el absolutismo.
En julio de 1818, Renovales se embarca en un viaje comercial con destino a Nueva Orleáns, como había convenido con el agente de Bolivar, llega a su destino en setiembre y en octubre hace público un manifiesto a favor del absolutismo y de Fernando VII y en contra de los independentistas. Ante esto, la prensa liberal lo trató de traidor y los absolutistas, desconfiando de sus constantes cambios, se negaron a reconocer sus servicios.
Entre tanto, Renovales permanecía a expensas del consulado español en Nueva Orleáns, sin llegar a prestar ningún servicio durante todo 1819, lo cual exasperó al gobierno de España que acusó al Cónsul Felipe Fatio de connivencia con su huésped.
El día 1 de enero de 1820 tiene lugar el Pronunciamiento de Riego en España, con el que se inicia el Trienio Liberal,8 lo que anima a Renovales a embarcarse con rumbo a España, olvidando sus veleidades absolutistas ya que en el fondo siempre se había considerado liberal.
El día 15 de mayo de 1820 llegaba Renovales al puerto de La Habana, donde las autoridades forzadas por las circunstancias habían promulgado la Constitución de 1812, aunque sin un gran convencimiento, ya que el Capitán General ordenó su detención y apresamiento en el castillo de Santiago de la Cabaña.9
Renovales, al parecer llegaba enfermo de fiebre amarilla y falleció dos días después de su detención, el 21 de mayo de 1820, con 46 años de edad. Enseguida corrió el rumor de que había sido envenenado, aunque las autoridades permitieron que sus honras fúnebres se celebraran en la catedral de La Habana.
Personalidad de Mariano de Renovales
Según Pío Baroja, Mariano de Renovales era de pequeña estatura y moreno y habituado a soltar juramentos. Solía repetir: “¡Hostias! ¡Se acabó la humanidad!”
Le gustaba firmar con sus cuatro apellidos: Renovales, Rebollar, Santelices y Mollinedo, que son topónimos de Artzentales, el último, compartido con Villaverde de Trucíos. Precisamente en el barrio de Santelices aparece un escudo nobiliario con la leyenda Renobales junto al yelmo.
La figura de Mariano de Renovales no ha dejado indiferentes a quienes de alguna manera lo conocieron o se han acercado a ella con posterioridad.
Para muchos ha sido considerado un héroe, para otros un traidor. En cualquier caso, para todo el mundo ha sido un aventurero oportunista.
Afortunadamente, nosotros somos conscientes de que no podemos juzgarlo con nuestra mentalidad actual, que tenemos que tener en cuenta las circunstancias del momento en el que vivió Renovales, a caballo entre dos siglos muy convulsos, como eran el XVIII y el XIX.
En su personalidad confluían diversos factores: campesino pobre, comerciante, viajero y militar.
Al pertenecer a una familia humilde no tenía ningún motivo para defender el sistema foral, que favorecía descaradamente a los ricos, mientras obligaba a los pobres a la emigración.
Como ex comerciante tampoco se sentía a favor de un sistema que estrangulaba el comercio y discriminaba a los comerciantes.
Como hombre de mundo sabía que los Fueros eran sólo una opción entre otras muchas para organizar a una comunidad humana.
Finalmente, como militar pertenecía a un estamento hostil a los Fueros y a la oligarquía foral. Además como antiguo militar colonial y patriota, es poco probable que Renovales fuera favorable a la emancipación de las colonias americanas, donde su sobrino Tomás de Renovales Goicolea seguía luchando por evitarlo.
En 1820, con tantos años de luchas, huídas y aventuras, ya cuarentón, era normal que se encontrara cansado de tan azarosa vida y quisiera regresar a su país, a su casa con su mujer y sus hijos, en un momento en el que gobernaban los liberales, a los que se sentía unido ideológicamente y quienes lo consideraban uno de los suyos ya que durante el Trienio Liberal, las Cortes concedieron a su viuda e hijos una pensión extraordinaria.
7 Tras haber conseguido el santo y seña, se introdujo el grupo de Tomás en el campamento de Bolivar y al llegar a su tienda la tirotearon. Afortunadamente para él, Bolivar había ido a otra tienda a tratar algún asunto. Toda su cama apareció acribillada a balazos.
8 Un sorprendido Fernando VII no dudará en cambiar de opinión una vez más, pronunciando la famosa frase: “Marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional”.
9 Casi 140 años más tarde, en 1959 esta fortaleza situada enfrente del Malecón, iba a ser la Comandancia del Che Guevara tras el triunfo de la Revolución cubana.
Bibliografía y fuentes documentales
http://www.napoleón-series.org
Internet: Real Academia de la Historia
Sánchez Arreseigor, Juan José: Vascos contra Napoleón. Actas, Madrid 2010
Wikipedia