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El Barracón

 Por Miguel Ángel Álvarez y Ricardo Santamarina

A raíz de la apertura como bidegorri a la Herrera, del camino sobre la antigua calzada romana de Pisoraca (Herrera de Pisuerga) a Flaviobriga, (Castro Urdiales), puede observarse tras pasar la fábrica de Fabio Murga, un pequeño edificio con un rótulo que indica: “C. de I. El Progreso, 1915”. 

Algunos recordamos que ponía “ Iturritxu” y era donde Fabio elaboraba su estupendo Txakolí.

Al parecer, las inclemencias del tiempo han borrado este último cartel, apareciendo el original, el de 1915.

No sabiendo a qué podría hacer referencia tan enigmático letrero, nos propusimos investigar Ricardo Santamarina  y yo, acudiendo para ello a la bibliotecaria-archivera Mª José Cabria que nos puso sobre la pista y nos cedió amablemente el archivo municipal para rescatar la historia local que se encerraba en su documentos.

C. de I. correspondía a Celestino de Ibargüen.

La coincidencia de iniciales, nos llevó, en un principio, a creer que se trataba del antiguo Centro de Infecciosos, conocido a nivel popular como El Barracón, que se encontraba ubicado por aquella zona. Puestos en contacto con alguna persona conocedora de la ubicación del Barracón, nos aclaró que dicho edificio se encontraba más próximo al río Cadagua,  donde algunos iban a bañarse en verano, como alternativa a la Encartada, los Tubos o Cornejo, en tiempos donde era  impensable que la Villa pudiera contar con piscinas para todo el año.

La historia del Barracón viene de 1901, con un primer “expediente para la construcción de un hospital–barracón para admisión de enfermos infecciosos”, aprobado por acuerdo del Ayuntamiento con fecha 29-01-1901. 

 

El lugar elegido era conocido como “La Mimbrera”,  junto al cauce de la Compañía Eléctrica. El encargado de realizar la obra era el prestigioso arquitecto balmasedano, sobre todo por su obra en Madrid, donde residía, Don Félix de la Torre y Eguía, quien envió los planos y presupuestos de la obra el 09-02-1901.

Al parecer el Ayuntamiento no contaba con fondos para iniciar las obras siendo apremiado por el Real Decreto de Sanidad de 1902, dados “los primeros casos de epidemia” que de Europa llegaban a la Península.

El asunto queda en suspenso a pesar de todo y es retomado dos años más tarde, cuando se convoca la Junta de Sanidad en el Ayuntamiento y se acuerda con fecha 19-01-1904 iniciar las obras del Hospital-Barracón  para infecciosos.

​Pero de nuevo los problemas económicos hacen que el proyecto quede dormido hasta que en el acuerdo municipal del 10-12-1908, siendo alcalde Don Pio Garagorri Trucíos, se aprueba solicitar a Don Félix de la Torre un nuevo proyecto y presupuesto más económico, “bajo la base de unas 10.000 pesetas”, más acorde con la economía municipal y un 25% más barato que el proyecto de 1901, casi ocho años más tarde.

Con las nuevas condiciones, marcadas por el Ayuntamiento, el arquitecto balmasedano envía el nuevo proyecto de fecha 19-03-1909, que no obstante se presupuesta en 19.452,75 pesetas, casi el doble de lo acordado por el Ayuntamiento, lo cual ocurre también en nuestros días. Este presupuesto es aprobado y expuesto al público. Don Segundo de Arteche se ofrece a prestar el dinero al Ayuntamiento en condiciones ventajosas.

Durante este año de 1909 y mientras se hace realidad el Centro de Infecciosos, el Sr. Rueda, médico y vocal de la Junta del Santo Hospital se ofrece a que los casos de infecciones sean atendidos por las monjas de dicho centro, hoy Residencia León Trucíos.

También en este año, Don Martín Mendía, vocal de la Junta del Santo Hospital, ofrece una ayuda de 7.500 pesetas para la construcción del Centro de Infecciosos, con el desacuerdo de algunos miembros de la Junta.

Al  parecer el proyecto sigue estancado ya que con fecha de 21-08-1910 se informa de una circular del Gobierno Civil apremiando a la Junta Local de Sanidad, ante “la aparición del cólera en nuestra nación, para que preparen un local, casa o barracón con destino al aislamiento y asistencia de enfermos infecciosos…”.

El Ayuntamiento contesta a esto que no cuenta con un local adecuado ni con fondos.

Por acuerdo 24-09-1910 se propone construir el pabellón utilizando la piedra y madera del lavadero existente en el terreno comunal del Campo de las Monjas, asignando de nuevo el proyecto al arquitecto Sr. de la Torre, el cual acepta y envía el proyecto y presupuesto de Pabellón para epidemias de fecha 30-09-1910, cuyo coste asciende a 4.321,28 pesetas, ostensiblemente más barato que los anteriores.

En estas condiciones, el 01-10-1910 comienzan las obras reutilizando los materiales del lavadero y aprovechando los muros construidos en la desembocadura del canal de la “Electra Valmasedana”.

En diciembre de ese año y ante los nuevos atrasos la obra se saca a subasta pública, a la que se presentan  seis licitantes, siendo adjudicada a  Don Silvestre Martínez por ser “la más ventajosa y económica”.

En marzo de 1911 los miembros de la Comisión de Seguimiento de la Obra, solicitan realizar ligeras mejoras, lo que les es concedido.En julio de dicho año se acuerda la compra de una estufa de desinfección, modelo Henneberg, por 2.750 pts. También es liquidada y entregada la obra por el contratista Sr. Martínez. Las mejoras sobre el presupuesto oficial ascendieron a 1.270,45 pts.

En agosto se acuerda hacer un seguro de incendios, así como la compra de cuatro camas “en los comercios de esta Villa”, y el menaje y utensilios necesarios.

En 1912 se acuerda la compra de una bomba para elevar agua. Tras la instalación de la estufa de desinfección se observan desperfectos en la misma, cuyo fabricante achaca a un mal montaje por parte de los técnicos municipales, aunque se ofrece a enviar a un técnico suyo,  siendo los gastos por cuenta del Ayuntamiento.

En mayo de 1913 se procede  a la reconstrucción de un muro del Barracón, derribado por la última crecida del rio Cadagua.

Parece ser que el funcionamiento del Barracón es normal, ya que, no aparecen noticias relacionadas con dicho centro hasta 1916, que el Dr. Don Víctor Bustamante da noticias de dos casos de fiebre tifoidea en el barrio del Cristo, atendidos en el Barracón.

Las siguientes referencias nos llevan a 1928 en el que el Ayuntamiento acude a la solicitud de Juan Navarro, cuya esposa trabaja en el Barracón, para que su familia pueda vivir en él, para lo que se deberá acondicionar una habitación como vivienda y a cambio presten asistencia a los enfermos infecciosos.

Para acercarnos a la fecha del cierre del Barracón, se pueden ver dos referencias en el Archivo Municipal de Balmaseda:

Sesión Municipal del 08-03-1936 en que se rechaza la solicitud de ingreso de un enfermo, al estar en malas condiciones el Establecimiento, y el Ayuntamiento se compromete a realizar gestiones para ingresarlo en el Sanatorio de Briñas.

Por otro lado, tenemos una solicitud de fecha 16-12-1943 de Luisa Altamira Marañón, reclamando el pago de atrasos por atender a los enfermos, junto con su hermano Marcelo de los meses de junio a septiembre de 1937. El Ayuntamiento rechaza la petición y titula a Luisa “Guardesa del Barracón”

Como colofón, hacer mención a la famosa habanera “El Barracón”, grabada en la plaza de San Severino en las Fiestas del Carmen de 1998 por la Charanga del Rioja Express y las voces del numeroso público balmasedano allí congregado.

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