Balmaseda Entre Cantones
ARQUITECTOS BALMASEDANOS IV PARTE
Por Miguel Ángel Álvarez Fuentes
Pedro de Asúa Mendía nació en Balmaseda el día 30 de agosto de 1890. Era hijo de la balmasedana Francisca Mendía y Conde y del bilbaíno de Abando, Isidro Luis de Asúa, que ejercía como secretario del Juzgado en nuestra villa.
Curiosamente, los secretarios del Juzgado nos han aportado personajes de gran transcendencia para Balmaseda, como fueron el susodicho Pedro de Asúa y con posterioridad, el boticario y poeta León Felipe, gracias a su cuñado, secretario del Juzgado en Balmaseda, Jesús Cadenas y más recientemente a Julia Gómez Prieto, incansable historiadora sobre Balmaseda, gracias a que su padre estuvo también muchos años en nuestro Juzgado.
Disculpen la digresión y volvamos a nuestro arquitecto y sacerdote, quien además hay que decir que era sobrino de Don Martín Mendía y Conde, el indiano benefactor balmasedano.
Tras estudiar en el Colegio de las Hijas de la Cruz en Balmaseda, pasó a los Jesuitas de Orduña y luego estudió la carrera de Arquitectura en Madrid, donde se tituló como arquitecto en el año 1915.
Antes, en 1911, el joven Pedro realizó un viaje de estudios que tras diversas escalas mediterráneas en Barcelona, Marsella, Nápoles y Alejandría, le lleva a conocer los monumentos de Egipto y Túnez.
El mismo año de su titulación, 1915, recibe su primer encargo, nada menos que el proyecto para la construcción del Teatro Coliseo Albia en Bilbao, hoy día reconvertido en Casino, aunque sin alteración de su fachada.
A continuación, realizó algunas obras en Madrid, en las calles Segovia y Alfonso XII, pero su proyecto estrella en la capital sería la intervención en el frontón Beti Jai en la calle Marqués del Riscal, cerca del Paseo de la Castellana en el distrito de Chamberí, junto al arquitecto Joaquín de Rucoba, autor de renombre de obras como el Teatro Arriaga y el Ayuntamiento de Bilbao. Hoy día, tras décadas de abandono, ha vuelto a la actualidad tras ser declarado Bien de Interés Cultural, por constituir un ejemplo de la llamada arquitectura del hierro, en auge a finales del XIX, conteniendo además elementos arquitectónicos en estilo neomudéjar, también dentro de los movimientos historicistas contemporáneos.
Entre 1917 y 1920 realizó el proyecto y la construcción las Escuelas Mendía en Balmaseda, con el apoyo económico de su tío Don Martín Mendía y subvencionado también por la Diputación Foral de Bizkaia y la Compañía de los Ferrocarriles de La Robla. El centro estaba destinado a la enseñanza primaria pero también contaba con una clase de Comercio y una Sección de Maestría Industrial.
Finalizado este proyecto, su vida da un giro radical al entrar en el Seminario de Vitoria-Gasteiz, que iba a tener ya para él un gran protagonismo tras ser ordenado sacerdote el 14 de junio de 1924, pues entre ese año y 1930 proyecta y dirige las obras del nuevo Seminario Diocesano de Vitoria-Gasteiz, con una capacidad para 600 seminaristas y varios edificios integrados y comunicados mediante galerías, que albergan las diferentes cátedras, así como la iglesia, las capillas y el salón de actos. El edificio iba a constituir un ejemplo canónico de la tipología arquitectónica destinada a la actividad seminarista.
Andando el tiempo y como veremos, una de sus capillas iba a albergar sus restos mortales.
En 1930, tras finalizar esta magna obra, fue nombrado Arquitecto de la Diócesis, con lo que muchos pueblos alaveses fueron testigos de sus visitas a obras y reformas en sus iglesias. También en Bizkaia dejó muestras de su labor, como en la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles en Romo y en las Escuelas de Getxo.
En Enkarterri, en San Esteban de Galdames, en Mercadillo de Sopuerta, en San Miguel de Arcentales y en Trucíos. Además realizó un pabellón para la Casa Hijas de la Caridad de Güeñes y otro pabellón para el Asilo de Mena en Villasana de donde era su abuela materna y al que también había ayudado económicamente su tío Martín Mendía.
De nuevo en Vitoria-Gasteiz realizó la Iglesia de San Cristóbal.
Ya fuera de nuestro ámbito, colaboró también en la reforma del Seminario de Santiago de Compostela y en el Seminario de Oviedo.
Tuvo un triste final cuando le faltaba un día para cumplir los 46 años de edad, al ser asesinado en Liendo (Cantabria), no lejos de su Villa, el 29 de agosto de 1936, en los primeros meses de la Guerra Civil. Dos años más tarde sus restos fueron llevados a Balmaseda y de allí al Seminario Diocesano de Vitoria-Gasteiz.
En 2014 fue nombrado beato de la Iglesia por El Vaticano y con dicho motivo le fue dedicada una plaza en el lugar reurbanizado, donde estuvo la casa de la familia Asúa Mendía, que era conocida como de Doña Marcela. La ceremonia de beatificación tuvo lugar en la Catedral Nueva de Vitoria-Gasteiz.
Bibliografía y fuentes documentales.
GARCÍA DE LA TORRE, Francisco J. y Bernardo I. Periódico Bilbao. Marzo 2011.
NÚÑEZ URIBE, Félix. Pedro de Asúa Mendía. Arquitecto, Sacerdote y Mártir. 2014.